Os preguntareis que ¿por que son las rosquillas de la abuela? sencillo porque es una de esas recetas generacionales que pasan de madres a hijas, abuelas a nietas... y así sucesivamente intentando que no se pierdan en el tiempo, no va ha ser el caso se estas rosquillas porque las voy a compartir con vosotros. A diferencia que en todas las recetas que os enseño, no lo voy ha hacer con gramos sino con vasos que es como siempre se han hecho este tipo de recetas heredadas. Podéis disfrutar haciéndolas en familia, a mi siempre me ayuda mi hijo de 7 años, le encantan y espero que a vosotros también.
INGREDIENTES
Salen aproximadamente 2kg de masa
4 Huevos Talla L
1 Vaso de leche
1 Vaso de Aceite de Girasol
1 Vaso y medio de Anís
1 Vaso y medio de Azúcar
1 Sobre de Levadura (16gr)
Harina, la que admita, sobre 1 kilo, dependerá mucho del tipo de vaso que uséis, de la fuerza de la harina...
Para freír abundante Aceite de Girasol.
ELABORACIÓN
Comenzamos mezclando, que no batiendo, los huevos con el azúcar y le vamos incorporando el resto de los líquidos, el orden es indiferente. Le incorporamos un poco de harina mezclada con la levadura e integramos y así vamos añadiéndole la harina hasta que la masa deje de estar líquida y la podamos verter sobre la mesa para trabajarla.
La iremos amasando y añadiéndole harina poco a poco hasta que deje de pegarse en los dedos. Sabremos que la masa esta cuando cojamos una pequeña porción de esta y podamos hacer un churro con esta sin que se quiebre ni se pegue. Una vez amasada la tapamos con un paño y la dejamos reposar unos 20 minutos.
Transcurrido el tiempo de reposo, iremos cogiendo pequeñas porciones, de unos 30gr, no importa que sean de peso diferente, se trata de hacer algo casero. Formamos pequeñas bolas que luego estilaremos y uniremos entrelazando los extremos.
Freiremos en abundante aceite de girasol que estará a unos 190ºC, con la temperatura mas fría nos cogerían exceso de aceite y mas alta se harían enseguida por fuera y por dentro se quedarían crudas. Según las vayamos echando al acetite las estiramos un poco, ya que tienden a encogerse. Cuando se doren por una parte les damos la vuelta y cuando estén bien doraditas por ambos lados las sacamos y colocamos sobre papel de cocina absorbente.
Si no queréis liaros tanto formando las rosquillas, podéis simplemente hacer palitos con la masa y a la hora de freírlas hacerlo sin dejar de removerlas con la espumadera para que se doren por todos los sitios igual. para terminar, si lo deseáis las podéis pasar por azúcar o espolvorearlas con azúcar glas, a mi personalmente me gustan sin nada.
De esta receta sale una cantidad importante, si os ponéis a repartir os quedáis sin nada, que es lo que me pasa a mi. De lo contrario, para conservarlas, en un bote o lata hermética nos pueden aguantar una semana o algo mas.
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